lunes, enero 30, 2006

This is so disturbing (Vikram Seth )

Yo no tuve hermanos pero en Cartagena, durante el Hay Festival, descubrí que no es necesario tener la misma madre.
Mis hermanos y yo nos protegimos de "esta desmedida angustia del espíritu por cosa alguna", nos dejamos llevar por cada uno de nuestros delirios, bailamos sin parar, nos reímos como niños, cada noche fue como una película vieja de las que hacen llorar.
Mis hermanos y yo hicimos un carnaval de amor que se movía por derechas y por izquierdas.
Mis Hermanos y yo lloramos juntos por un poema, nos convertimos en lo que no queríamos ser y en lo que queríamos ser. Nos agotamos y nos alentamos.
Mis hermanos se burlaron de mí y me hicieron grande. En silencio escuche el grito de sus pesadillas. Al amanecer en el caribe, juntos, nos acompañamos. Mis hermanos y yo.

Gracias a La Peña Literaria

lunes, enero 23, 2006

Nuestro Jardín

El domingo fuimos al vivero, casi ninguna se veía bonita, estaban solas a pesar de estar todas juntas, como nosotras en la fiesta.

Las escogimos, a ellas y a las materas, las vimos juntas sobre un carrito de metal, ahí ya se veían mejor, cómo nosotras volviendo ebrias y cansadas en el Fiat.

Las pedimos a domicilio. No llegaron durante toda la semana, yo tenía que trabajar, el timbre esta dañado, a P. la citaron en el colegio de los niños. Finalmente cuando llegue por la tarde, el jueves, estaban ahí, pero no habían llegado; sólo estaban puestas sin gracia. En mi cabeza daban vueltas, pensaba cómo ponerlas mejor. Cuando vivíamos en la macarena pasaba algo similar, nos metíamos todas al baño nos poníamos azul en los ojos o estrellitas en el pelo o uno que otro Lápiz de Labios y nada, no cogíamos gracia, salíamos a bailar y volvíamos juntas pero solas.

Esa noche estaba haciendo frió y no pudimos estar mucho tiempo abajo, nos fuimos a dormir, sabiendo que estaban ahí, que ahora estaban en la casa con nosotros.

La noche antes de armar el jardín R. no pudo sentarse junto a mi, se quedo mirando el Barrio de Invasión absorto en esa cuadricula cambiante, llena de mensajes silenciosos, de complicidad.

Nos despertamos con afán, ellas estaban ahí y no habíamos salido a recibirlas. Mientras yo fritaba unos pedazos de tocineta torpemente, R. salió y tomo unas medidas, hizo una lista mental. Estaba haciendo sol y el cielo estaba muy azul, cuando íbamos para la ferretería J. llamó y me preguntó, extrañado, si iba a hacer cosas de hombres, la verdad no supe que responder.

Compramos las puntillas, los clavos, las tuercas y una nueva, las demás se veían tan solitarias, a pesar de estar juntas, así que pensamos en llevarles más compañía. Cuando vivíamos en la macarena era igual, no podíamos salir sin buscar compañía.

La tarde pasó con el ruido del taladro y la angustia de que el vino no llegara a tiempo, todo llego a tiempo. Vimos desde la terraza varios aviones. Al borde de la tarde nos abrazamos en el sofá a verlas, ya no se ven solas, ya son nuestro jardín.

martes, enero 10, 2006

Ultimas lecturas, advierto: todo parecido con la realidad puede ser ficción.



















Me costo mucho trabajo, fue un regalo de cumpleaños que me hizo Carlos Castillo, me demore como 4 mese en leerlo, es de Edwidge Dandicat una mujer haitiana americana. Hermosa que siempre ha tenido swing, lo primero que se conoce, o que al menos yo conocí, se llama ¿Cric? ¡Crak! son nueve cuentos de historias orales que pasan de generación en generación. Generaciones marcadas por una violencia muy cruel, allí las mujeres son personajes de una valentía dignificante.

Danticat tiene algo especial, es muy femenina en su escritura, es delicada y precisa, sus relatos están perfectamente cosidos. Su escritura tiene un ritmo como de regge (no se como se escribe). El último libro que me leí de ella se llama El Quebrantador, son nueve cuentos, cada uno en sí mismo tiene mucho sabor, no parece un libro, parece más un disco. Y esta muy bien, creo que por eso me quede tanto tiempo en él. Mi cuento preferido es sobre una costurera de vestidos de novia, una mujer que dedicó su vida a confeccionar esos trajes llenos de encaje, perlitas diminutas, botones y no sólo eso, sino a coser ilusiones amorosas.

La viejita, quien utilizaba unas pelucas como las de Celia, tenía en realidad una cabeza cana llena de surcos perfectos que se formaban con unas trenzas grises y blancas pegadas al cráneo que hacían un recorrido zigzagueante por sus pensamientos, estaba loca. Dejaba su oficio porque veía figuras y oía voces de todas esas mujeres que vistieron de novias, gritándole a la cara llenas de furia. Visualmente ese cuento es alucinante, produce un efecto parecido al de la película Los Otros cuando se voltea la niñita, así: QUE SUSTO.

Lo otro que tiene de bueno ese libro es que uno se lee cada historia y entre una y otra se van cruzando personajes pero nada trascendental, hasta el ultimo cuento donde Dandicat entrelaza las historias de una manera increíble y cada personaje, que alguna vez fue protagonista y muchas otras- durante el libro- un extra, adquiere su lugar en todo el libro. Sólo hasta el final uno se da cuenta de la finura con que ha sido concebido el libro, de la inteligencia sutil de la negrita haitiana, de la belleza.

Además como quien no quiere la cosa el libro tiene por detrás una seria investigación sobre la dictadura en Haití, sobre la figura de los torturadores. Existen unos personajes que son perseguidos por su pasado siempre, que a pesar de haber cambiado radicalmente de vida nunca dejan de temerle a quien fueron, no se reconcilian con su pasado, viven atemorizados de que los reconozcan por algún gesto, esa zozobra esta muy bien lograda.

El libro tiene una gran dosis de condición humana, en uno de los cuentos Puerto Príncipe se enciende en una revuelta porque el hijo del dictador sale huyendo del país y en las calles la gente se pelea por el agua potable, este episodio es un descarnado retrato de la condición humana y logra casi un efecto Animal Planet.

La otra lectura resiente fue La Mujer Justa, de ese escritor que acaba de pasar por moda, Sándor Márai. Fue recomendación de Andy el justo.

La historia es un divorcio. El libro esta dividido en tres capítulos, cada uno de ellos es el punto de vista de uno de los personajes del trío amoroso. En este libro, a mi juicio, no es que uno se encuentre con una gran escritura, con un ritmo memorable o algo así, lo que hace Márai magistralmente es meterse en el pensamiento mas intimo de sus personajes.

Ora si es mujer burguesa escribe exactamente como piensa, siente y actúa, una. Parecía que el señor Márai estuviera hablando de mí. Muchas veces en ese primer capitulo dije yo soy así, yo he pensado así. Cuando me lo leí estaba divorciada de un delicado burgués y cada descripción era tan justa.

El hecho de que exista una persona justa para otra es uno de los temas importantes del libro pero eso es tan relativo. Lo bonito es que uno casi nunca conoce una historia de amor desde todos los ángulos, esas cosas son tan difíciles de ver y en este libro la historia esta redonda. Para Marika, mi protagonista, la burguesa, la mujer justa para su marido era Judit la amante criada, no que fuera criada para ser amante sino que fue la criada por mucho tiempo, sólo sabia servir. Para Judit la mujer justa para el hombre de su vida era Marika y para él, la mujer justa era Marika a quien abandonó. Marika era la mujer justa. Y sin embargo fue una desgraciada.

La novela comienza con un relato de Marika contándole a una amiga, durante una helada tarde de invierno en una heladería de Budapest, los motivos que tuvo su marido para dejarla y las consecuencias del abandono: “Estaba tan concentrada en un hombre que no me quedaba tiempo para ocuparme del mundo. Luego perdí al hombre y a cambio hallé el mundo” Al final queda un placido sabor a justicia.

“Hace falta una fuerza sobrehumana para vivir contra la propia naturaleza” es una de las frases del libro que se quedo taladrándome la cabeza un tiempo. Cómo se sintió Marika, lo que hizo para retener a su marido a pesar de saber que no la amaba, creo que sólo lo entiende bien una mujer. Lo sorprendente es que lo escribió un hombre. No quiero, aunque no se me note, ser sexista, pero que los hombres pueden entender a las mujeres, queda comprobado en este libro.

Ah y ayer por la mañana no podía dormir eran las 7 de la mañana y yo estaba despierta comiendo techo, quería algo fuerte y me pare por Sor Juana Inés de la cruz, aquí yo no puedo decir nada, sólo que quiero dedi Carlo.

Pero valor, corazón:
porque en tan dulce tormento,
en medio de cualquier suerte
no dejar de amar protesto.


Se acabaron las vacaciones, estas palabras son injustas con los libros, comenzó el nuevo año.