martes, marzo 28, 2006

Terapia de pareja: Tranquilos, todos sentimos lo mismo


Supe que Catalina Ortiz iba a ser artista cuando en quinto de bachillerato Memé, nuestra profesora de filosofía, nos puso un trabajo sobre Platón y el mundo de las ideas y ella llegó al salón de clase con un tendedero del que colgaban unas prendas minúsculas que unían el mundo real con el mundo de las ideas.

Ahora que somos adultas, Catalina está exponiendo su obra en la galería Goodman y Duarte, cerca al CAI de la 76 con 11. Esta exposición es súper femenina, por si a alguien le molestan las cuestiones de género. Todas las piezas tienen mucho de oficio, como de los oficios de las mujeres de antes: bordar, podar y regar las matas, peinarse, casarse, castrarse, tener insectos en las manos, escaparse. La sensación racional es que esos oficios son anacrónicos, que ahora no somos así.

MENTIRAS esta exposición es un bonito reflejo de que todos sentimos lo mismo, de que existe una estrecha distancia entre lo privado y lo público y de que lo privado se puede volver público de una forma sutil y bella.

El gran tema es qué diferencia a los hombres de las mujeres y por qué existen esas zonas en las cuales no nos reconocemos, ni nos entendemos. Esta exposición es una gran pista para estrechar esa brecha que cada día, por falsas ideas como el feminismo, se hace más difícil de cerrar. Esta muestra nos hace ver que a pesar de nuestra tendencia a perder la cabeza por amor, sólo basta con cerrar la cremallera, usar la fuerza y decididamente cumplir con la obligación de amar.

Me recuerda a Emily Dickinson, esta vez traducida por Silvina Ocampo,

Toda la verdad decidla pero al sesgo-
El éxito mora en rodeos
Demasiado brillante para nuestro doliente deleite
La verdad soberbia sorprende

Como el relámpago a los niños
Que una buena explicación tranquiliza
La verdad tiene que deslumbrar gradualmente
O todo hombre será ciego-

Súper recomendada.

martes, marzo 14, 2006

Clase de Lectura 1


Quiero aprender a leer, no las palabras que están puestas en las páginas de un libro.
Quiero entender cuando, con gestos, me estas diciendo algo. Quiero entender cuando una palabra es importante y cuando no.
Para mi clase de lectura me gustaría tener un diccionario sin definiciones. Un diccionario de posibilidades.
Quiero distinguir entre verdad y mentira. No quiero limitarme a leer lo que tengo frente a mis ojos, como pasa con un libro, que generalmente abre un mundo de posibilidades.
No bastan el blanco ni el negro, algo me dice que casi todo es del gris de las tardes de esta ciudad, donde tu y yo vemos llover en la distancia.
O preferiría no entender, no ver más allá, sólo ver lo que tengo frente a mi, sin más. Simple, nítido, instantáneo como una polaroid.