miércoles, septiembre 26, 2007

Doble A (Ancho y Ajeno)

A. es un escritor salvaje, ha viajado por todo el mundo, vive la vida a profundidad, se droga, es mujeriego, -entre ellas yo-. Un diciembre atormentado nos hicimos compañía y el 31 a las 12 de la noche nos dimos el ultimo beso, yo soy hombreriega.
Una tarde de ese fin de año, mientras cocinaba descamisado algún plato exótico, me dijo con mucho énfasis que el mundo no era ni tan ancho ni tan ajeno. Estábamos en la cocina de la casa de chapinero y estaba haciendo mucho frío, por eso yo estaba enroscada en mi camisón rosado de lana, sentada al borde del escalón, me quede mirándolo y pensé que de eso, él si sabia.

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Me monte en Air India con destino a Londres, -tal vez algún día sea una escritora salvaje- después de unas horas llego la comida, yo nunca había probado ningún plato de ese lado del mundo, así que lo único que me sonó familiar fue Chiken y eso pedí, llegaron las bandejas cubiertas de aluminio, mis vecinos abrieron sus humeantes platos y el avión se lleno de un vaho penetrante. Todos los pasajeros comían acuciosamente, a mi me salio un pedazo de pollo a la plancha. Pero yo me resistí a aceptar la simpleza de este lado del mundo, así que descubrí una salsa de fideos, que sin ningún reparo adicione, con entusiasmo, al pollo. Mi vecinos me miraron raro pero siguieron en lo suyo. Nadie a mi alrededor utilizó la salsa, que estaba deliciosa, en ese momento dude de que fuera una salsa, pero seguí en lo mío. Al final todos los demás, todos, hicieron una pequeña pausa, tomaron un sorbo de sus bebidas y muy despacio, se comieron la salsa del pollo que en realidad era el postre.

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En Colombia el día de la secretaria se celebra el 26 de abril. Ese día nací yo. Me gusta cumplir años el día en el que los moteles están más llenos, en el que las floristerías venden más rosas, en el que las micelaneas hacen su agosto vendiendo chocolates y cualquier detalle, en el que los restaurantes dedicados al corrientazo venden un mayor numero de el especial, que trae huevo. Pero ahora no sólo cumplo ese día, sino que soy una secretaria, si señor que dolor pobre secretaria.

Y lo mismo, me levanto, preparo mi almuerzo, lo pongo en una bolsa, tomo un bus rojo de dos pisos en un paradero que tiene una pantalla con un horario que nunca se cumple, llego a una oficina, reviso el mail, oigo los mensajes de voz, anoto las llamadas, limpio el polvo y mi día trascurre diciendo: Can I help you?

Apago las luces, salgo y me enfrento al viento, bajo unas escaleras entre cientos de personas que se sincronizan naturalmente para hacer eficiente la circulación, me monto en un metro que tiene algo de diabólico por lo infernal, leo un periódico lleno de chismes, entro a mi cuarto y me siento aquí enfrente. Nada particular, el tiempo corre rápido y estar viva sigue siendo lo mismo.

Martirio a flor de piel canta las simples cosas y…… el mundo no es ni tan ancho ni tan ajeno, y.... si que lo es.
A. tampoco sabia de eso.


P.D. Se escribe en la casa de Tufnell Park, North London

martes, septiembre 25, 2007

Tren de Aterrizaje


Soy la que era antes. La que se mira en el reflejo de alguna vitrina, mi pelo esta mas seco. Tengo un brillo en los ojos tan luminoso como esta ciudad, dicen que es gris, por ahora para mi es brillante.


No soy yo la que habla cuando me descubro hablando en clase, no es mi idioma. Soy la que esta aprendiendo: a moverse, las maneras de los ingleses, a comer, a vestirse, las diferencias entre las razas que nunca había visto antes.

No soy la que solía ser, no tengo nada, ni allá, ni acá, una situación escalofriante-excitante. No soy nada, ni nadie, nadie me saluda, nadie me reconoce, nadie nota mi presencia, nadie me esta esperando.

Estoy en un limbo muy agradable, tal vez como estuve antes de nacer, tal vez como estuve antes de empezar a sentir.

Las calles están al revés para mi, todavía no distingo el norte, del sur o el este del oeste. Ya no son las montañas mi referente sino el Thamesis y su rueda maravillosa. El London Eye es mi único punto de referencia, un punto que da vueltas sin parar.

No soy la única en mi casa, ni siquiera la única en mi cuarto, siempre con desconocidos, siempre con intrusos, no me puedo acostumbrar a nada porque no he llegado, apenas estoy sacando el tren de aterrizaje.

He ido descubriendo una nueva ciudad y estoy descubriendo a una nueva persona. Ella siente menos culpas, menos complejos, mas humanidad. Es una más de millones.

Me siento saliendo de un efecto narcótico -que asocio con Colombia, pero no estoy segura que sea el lugar geográfico-.

Estoy a cargo y me siento libre.

PD. Se terminó de escribir en la casa de Kilburn Park, North West London hace un mes.