lunes, enero 23, 2006

Nuestro Jardín

El domingo fuimos al vivero, casi ninguna se veía bonita, estaban solas a pesar de estar todas juntas, como nosotras en la fiesta.

Las escogimos, a ellas y a las materas, las vimos juntas sobre un carrito de metal, ahí ya se veían mejor, cómo nosotras volviendo ebrias y cansadas en el Fiat.

Las pedimos a domicilio. No llegaron durante toda la semana, yo tenía que trabajar, el timbre esta dañado, a P. la citaron en el colegio de los niños. Finalmente cuando llegue por la tarde, el jueves, estaban ahí, pero no habían llegado; sólo estaban puestas sin gracia. En mi cabeza daban vueltas, pensaba cómo ponerlas mejor. Cuando vivíamos en la macarena pasaba algo similar, nos metíamos todas al baño nos poníamos azul en los ojos o estrellitas en el pelo o uno que otro Lápiz de Labios y nada, no cogíamos gracia, salíamos a bailar y volvíamos juntas pero solas.

Esa noche estaba haciendo frió y no pudimos estar mucho tiempo abajo, nos fuimos a dormir, sabiendo que estaban ahí, que ahora estaban en la casa con nosotros.

La noche antes de armar el jardín R. no pudo sentarse junto a mi, se quedo mirando el Barrio de Invasión absorto en esa cuadricula cambiante, llena de mensajes silenciosos, de complicidad.

Nos despertamos con afán, ellas estaban ahí y no habíamos salido a recibirlas. Mientras yo fritaba unos pedazos de tocineta torpemente, R. salió y tomo unas medidas, hizo una lista mental. Estaba haciendo sol y el cielo estaba muy azul, cuando íbamos para la ferretería J. llamó y me preguntó, extrañado, si iba a hacer cosas de hombres, la verdad no supe que responder.

Compramos las puntillas, los clavos, las tuercas y una nueva, las demás se veían tan solitarias, a pesar de estar juntas, así que pensamos en llevarles más compañía. Cuando vivíamos en la macarena era igual, no podíamos salir sin buscar compañía.

La tarde pasó con el ruido del taladro y la angustia de que el vino no llegara a tiempo, todo llego a tiempo. Vimos desde la terraza varios aviones. Al borde de la tarde nos abrazamos en el sofá a verlas, ya no se ven solas, ya son nuestro jardín.

3 comentarios:

Diana Ospina Obando dijo...

Me saco lágrimas tu respuesta a mi post... Es cierto todo lo que dices.
To corazón se merece toda la felicidad del mundo, un gran amor y ver crecer un jardín.
Que el cielo te lo conceda.
besos

Anónimo dijo...

Señorita, me debe una visita. Espero no haya sido porque no me considere digno de ver después de misa.

Anónimo dijo...

Las matas serán el reflejo de lo vivido... ya veremos.Espero entiendas mi reacción, es la de alguien que la quiere mucho.
Quedó todo muy bonito.
Besos
K