martes, septiembre 20, 2005
Buen Viento y Buena Mar
El tema este de las esclusas ha tenido repercusión fuera de la red, creo que como lo anotó el corrector, últimamente la cosa ha estado mas hermética.
Antes yo creía que la vida era como una corrida de toros obviamente en la que uno, en este caso yo, era el toro y salía al ruedo sin saber muy bien de que iba el asunto y allí toreada, tenia la opción de hacer una faena o recular o buscar las tablas o morir rápidamente. Como en los toros, me parecía que esa visión estaba llena de luces, de vértigo, de fiesta y jubilo.
El porque a una persona le gustan los toros es un tema jartisimo y los antitaurinos siempre tienen toda la razón, es un espectáculo sangriento y cruel que despierta pasiones. Pero en general es una fiesta, la fiesta brava. Que en algún punto, tal ves después de leerme Sin Remedio de Antonio Caballero, se me convirtió en la metáfora más cercana para la vida y así viví, de faena.
Ahora ya no quiero más la fiesta brava. En el comienzo de El Amante de Marguerite Duras hay una página que me dejó perpleja y que más que recordarla me hizo una cicatriz.
La protagonista se mira al espejo y se encuentra con un nuevo rostro devastado. De pronto entre sus 18 y sus 25 años siente su vejez, no es un asunto de resplandor en el espejo, sino de certeza de que un halito de vida empezó a extinguirse, desde ese momento vive con ese nuevo rostro que muchos años después su amante descubre como más hermoso que el del pasado.
Desde hace cómo una semana, después de verme al espejo, mi mejor metáfora de la vida son las esclusas, cuyo principio básico, según un amante, es el de represar para luego liberar. Para mi es el paso de unas aguas a otras aguas, con un espacio para que se revuelvan, se aquieten, para que sus sales tomen un solo sabor, se desborden las unas sobre las otras, se rebocen y el barco siga......
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1 comentario:
Eso está mejor. Sabe usted que Marguerite vivió encerrada en una casa, bebiendo un dolor profundo ligado a esa Indochina inexistente?
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